miércoles, 7 de noviembre de 2012

La familia

   Dentro de los tres meses que pasé acá en Argentina, me di cuenta que los argentinos conceden una gran importancia a la familia. La familia acá une a la gente, cosa que no es tan presente en el país donde yo vivo. El valor de la familia se nota enseguida.

       En mi estadia, tuve la suerte de conocer miembros de mi familia que no había visto desde que soy chica. Pasé un fin de semana con mi abuela y mi tía y un día con mis primos. Fue muy emocionante poder verlos. Ellos de acordaban de mi, yo no. Se sorprendieron de ver lo grande que estoy ahora. Yo me sorprendi de ver que tienen muchas cosas parecidas a mi mama y a mi hermano. Son hermosos.

      Después de haber vivido acá, tan lejos de mis padres y de mis hermanos me doy cuenta que los amo mucho. Me parece increíble que tuve que estar separada de ellos para realizar que son importantes para mi.

     Cuando vuelva a mi casa, se que voy a hablarles más, que voy a tomar tiempo de conversar con ellos, tomando unos mates y que voy a hacer lo posible para ayudarlos y estar presente para ellos como la gente hace acá.





Una experiencia cultural en Argentina
Reunión de familia


          Mi familia anfitriona se reunió hace poco para hacerle una despedida a la hija más joven, Luciana, que se fue a estudiar a Francia. Para esa ocasión, todos los amigos, tíos, primos y abuelos de Luciana se juntaron en la casa de la hija más grande para hablar y comer. El evento se quería ser una sorpresa para Luciana. Yo llegaba con ella mientras todos los invitados esperaban en la cocina. Cuando llegamos, todo el mundo nos saludo. Luciana estaba muy emocionada.
           Era la primera vez que yo iba a esa casa. También era la primera vez que me encontraba rodeada de tantos argentinos al mismo tiempo. Mi mamá anfitriona tomó un tiempo para presentarme a todo el mundo. Cada persona me saludó, dándome un beso sobre la mejillas, y conversó un poco con migo para que nos conozcamos un poco. Después de un momento, cuando ya le había hablado a toda la gente presente, me senté para observar. 
          Todas las personas presentes estaban sentadas alrededor de una mesa en el comedor. La mesa estaba llena de comida. Para comer, había uno de los alimentos típicos argentinos como las empanadas, los sándwiches de miga, las albóndigas y el lechón. Para tomar, había
jugo, agua, coca-cola, fernet y cerveza.  Mientras la gente seguía llegando, los que ya habían llegado habían empezado a comer. En Quebec, la gente tiene la costumbre de no empezar a comer antes que todos los invitados estén presentes. Me pareció raro que nadie espere antes de comer. Además, pude ver que la gente que llegaba no tocaba timbre para entrar, solo abría la puerta y entraba como si fuese su casa. Eso también me pareció raro porque en el país donde vivo yo, la gente no hace ese tipo de cosas. En Canadá, cuando estas invitado en una casa, tenes que tocar timbre y esperar que los dueños te vengan a abrir la puerta. También, a cada vez que una persona llegaba, saludaba a cada persona presente dándole un beso. Mismo si la persona estaba sentada lejos o estaba comiendo, se iba a saludarla.
         Vimos en clase que los argentinos prefieren reparar los objetos rotos en vez de comprar aparatos nuevos. En las casas donde había ido antes, siempre había visto heladeras y hornos muy viejos. En la casa donde estábamos esa noche, el modelo de la heladera era uno nuevo y muy lindo. Yo ni me hubiera dado cuanta porque tener ese tipo de aparato electrodoméstico es muy común en mi país pero una mujer le dijo a la dueña de la casa que tenía una muy linda heladera. Me quedé sorprendida porque, en mi país, es muy raro que la gente haga elogios sobre los aparatos de una casa. Llegué a la conclusión que tal vez es normal acá porque no se ven mucho ese tipo de aparatos.
         Después de comer, los invitados se separaron. Las mujeres se quedaron hablando y los hombres se juntaron al frente de la televisión para mirar un partido de rugby que pasaba esa noche. Yo me quedé hablando con las mujeres.
         Más tarde a la noche, cuando el alcohol ya había hecho su efecto sobre los invitados. Los dueños de la casa corrieron las mesas y las sillas y pusieron música. Ni bien la música empezó, la gente se puso a bailar. No puedo decir que tipo de música era, pero sé que era música folklórica argentina. Como yo no sé esos tipos de bailes, no me anime a juntarme a los que ya habían empezado a bailar. Me quedé observando. La gente se reía, gritaba, se agarraban por las manos y hacían andar sus brazos y sus pies. Parecía muy divertido. No me quede mucho tiempo sin mover, mi mamá me vino a buscar y me enseño los pasos básicos para que yo pueda bailar  también. Una vez que comprendí la base, solo tenía que seguir el ritmo de la música. En un momento, me encontré bailando con todo el mundo. La gente era muy buena y me hicieron sentir cómoda para bailar con ellos. La fiesta duró mucho tiempo. Yo estaba cansada pero las personas no paraban de hablar y de reírse. 
        Llegó el momento al cual la gente se empezó a ir. Nosotros también decidimos irnos. Fue muy emocionante de ver Luciana despedirse de la gente. Todo el mundo sabía que no las iban a volver a ver por un largo tiempo así que la abrazaban mucho y le deseaban cosas lindas. Yo también me despedí de la gente y nos volvimos a casa.

    

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